lunes, 6 de enero de 2014

EPIFANIA

La oración que concluía hoy en la fiesta de los  reyes magos, la Liturgia de las Horas dice:

Ilumina, Señor, a tus hijos, y haz arder nuestros corazones con el esplendor de tu gloria, para que conozcamos cada vez más a nuestro Salvador y podamos amarlo e imitarlo.

En mi casa siempre acostumbramos poner los zapatos esa noche y poner agua y pan para los reyes magos y más agua y pasto  para sus camellos. Una vez más, igual que en la Navidad, nos preparamos para recibir al que viene a visitarnos, con la ilusión de que su visita nos llene de regalos. Con los años, el gesto de la ilusión del niño madura en una actitud permanente de abrirse al que está de paso, al que trae novedades, al que es importante que escuchemos. Ese que busca alojarse en nuestra casa. Que viene a compartir desde el corazón lo que más preciamos, los rasgos del amor.
Con este impulso me animo a publicar los capítulos que vengo traduciendo de la novela que escribí en el NANOWRIMO, National Novel Writing Month el pasado mes de noviembre. Fue mi regalo de Navidad para amigos y familia. Ahora con la magia de la Epifanía se abre a los demás.

Se trata de compartir al Dios que yo conozco y que vengo experimentado en mi vida por las circunstancias que me han tocado vivir.

Los próximos 13 artículos son los capitulos de la novela
Revalaciones Misteriosas.
Que la compartida nos una a todos en un mismo sentimiento.
Que nadie se sienta excluido.
¡Que juntos aprendamos a valorar el tesoro de la vida!


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