martes, 1 de octubre de 2013

LA GOTA QUE REBALSA EL VASO

LA GOTA QUE REBALSA EL VASO.

¿Cuando se transforma el sufrimiento en dolor?, y ¿porqué hay que llegar a esta instancia para aceptar y abandonarse?

Hace unos días participamos junto con Mïa, mi hija, de una conferencia sobre el Individual Educational Program. Esta es una serie organizada por la asociación de padres con hijos discapacitados.

Habían invitado a todo el panel de especialistas que dirigen los programas de educación especial en Cupertino y Sunnyvale. 

En plena presentación, la directora del programa, que es sicóloga y tiene una hija discapacitada, recomendó no llevar las emociones a la reunión donde se define el programa Individual de Educación. A pesar de su recomendación reconoció que es difícil hacer esto porque en definitiva estamos hablando de nuestros hijos y de sus dificultades y uno por lo general se emociona. Hasta recomendó que los profesionales tienen que proveer de pañuelos y que los que están emocionados tienen derecho a pedir un corte de 5 minutos para ir al baño a lavarse la cara y tomar aire.

A la hora de hacer las preguntas yo escribí en mi papel "¿qué pasa cuando la emoción que nos obstruye el avance es la vergüenza? ¿Cómo nos preparamos como padres para superar estas emociones y ¿qué recursos hay?" Dejaron mi pregunta para el final y la directora sugirió que se puede consultar con la sicóloga del colegio y que también hay una organización de padres que se llama Parents Helping Parents que tienen muchos recursos y la capacidad de acompañar estos procesos.

Cuando la asociación de padres se presentó una de las madres dijo que ella tenía una hija de nueve años con discapacidad y que recomendaba no avergonzarse de sus hijos, que cada dificultad tenía que ser superada de a poco y que trae gran satisfacción los obstáculos superados.
Yo sentí que me mandaban a callar. Me quedé con angustia al ver que no era comprendida. Me di cuenta que habían cuestiones que rebalsaban mi vaso. 

Llegué a casa puchereando y como teníamos un invitado no pude desahogarme como necesitaba.
Al día siguiente pude ver que lo que me amargaba y me daba vergüenza era que Tessie con sus 16 años no logre tener registro de lo que le pasa y siga con incontinencia. Me molesta que huela mal y que no se de cuenta cuando está manchada. 

Cuando uno ahonda en estos temas se expone, saca a la luz lo que tiene escondido y al ver de frente la realidad siente el dolor de la desilusión, del cansancio y la frustración. Solo cuando uno se reconoce sin recursos deja de bancarsela y sale a pedir ayuda. Creo que eso es lo que decía el psiquiatra de mi amiga cuando le recomendaba que tenía que lograr transformar su sufrimiento en dolor para después llegar a aceptar.

Este punto sin retorno me llevó a llamar al colegio para pedir apoyo. Siento que esta movida me tranquilizó. Pude de alguna manera vencer la vergüenza y cambiarla por un pedido de ayuda, un gesto de reconocer que yo también soy limitada. Como decía Brene Brown, reconocer que somos imperfectos y que estamos programados para sufrir pero que somos dignos de pertenecer y ser amados.

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